Mindfulness y regulación emocional: hallazgos de un estudio de laboratorio con inducción de tristeza en realidad virtual

La relación entre mindfulness y regulación emocional ha sido objeto de creciente atención en el campo de la psicología clínica. En esta línea, el estudio de Campos Bacas, Cebolla Martí y Mira Pastor (2015), publicado en Àgora de Salut, ofrece evidencia empírica sobre los efectos del mindfulness rasgo en el acceso a estrategias de regulación emocional (Re) tras una inducción de tristeza.

Mindfulness se define como la capacidad de atender de forma deliberada al momento presente, sin emitir juicios sobre la experiencia (Kabat-Zinn, 1994). Este constructo, operacionalizado como rasgo mediante el Cuestionario de las Cinco Facetas de Mindfulness (FFMQ), se asocia con una mayor claridad emocional, mayor aceptación de los estados internos y una menor reactividad ante emociones perturbadoras (Baer et al., 2006).

El estudio evaluó a una muestra de 60 estudiantes universitarios, quienes fueron expuestos a un procedimiento de inducción emocional de tristeza utilizando entornos de realidad virtual (Baños et al., 2004). Posteriormente, se les solicitó evocar recuerdos autobiográficos positivos frente a estímulos verbales, midiendo el tiempo de latencia como indicador del acceso a estrategias de regulación emocional.

Los resultados mostraron que los participantes con altos niveles de mindfulness reportaron menor dificultad en regulación emocional, evaluada mediante la Escala de Dificultades en la Regulación Emocional (DERS), con diferencias significativas en factores como claridad/confusión, aceptación/rechazo y descontrol emocional (F = 13.194; p = .001). Además, este grupo tardó menos tiempo en evocar recuerdos positivos tras la inducción de tristeza (F = 4.980; p = .035), lo que sugiere una mayor disponibilidad de estrategias adaptativas de regulación emocional.

Estos hallazgos apoyan la hipótesis de que mindfulness favorece un procesamiento emocional más eficiente y flexible, facilitando el acceso a recursos internos positivos aun bajo estados afectivos negativos. Desde una perspectiva neuropsicológica, esto puede relacionarse con una mayor activación prefrontal y una reducción de la reactividad de la amígdala, tal como proponen Hölzel et al. (2011) en su modelo de los mecanismos de acción del mindfulness.

Los autores concluyen que el entrenamiento en mindfulness podría fortalecer esta capacidad de regulación adaptativa, aunque advierten que se requiere mayor investigación longitudinal y con población clínica. Este estudio contribuye a consolidar la evidencia de que mindfulness no solo mejora el bienestar subjetivo, sino que puede operar como un mecanismo clave en la gestión emocional y la resiliencia psicológica.


Referencia: 
http://dx.doi.org/10.6035/AgoraSalut.2015.1.9

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